Pascual Serrano: “¿Quién decide el código ético de Telecinco? pues está claro, Berlusconi.”
Pascual Serrano, valenciano de nacimiento, es un periodista del mundo, gracias a sus viajes por América Latina, Iraq, Gaza o Líbano, entre muchos otros lugares. Es un Analista indispensable de la relación entre el poder y los medios de comunicación como así lo demuestra en sus libros, convirtiendo a estos, en manuales de ética periodística que nos quitan a todos/as las vendas de los ojos. De espíritu crítico y con las ideas claras, en 1996 fundó, junto con otros periodistas, la publicación digital Rebelión.org , y trabajó entre 2006 y 2007 en Telesur, un contrapoder mediático en América Latina. Es un escritor incansable, colabora con publicaciones como El Diario o Le Monde Diplomatique, coordina una colección de libros en la editorial Akal, y es miembro del Consejo de Redacción de la revista “El Jueves”. Pascual Serrano es un firme defensor del periodismo libre y la democratización de los medios, uno de los imprescindibles para cambiar el poder de bando en el mundo de comunicación.
Empecemos hablando de tu profesión ¿Cuál es la situación del periodismo actualmente en España?
Como terminaba uno de mis libros, el de “La Prensa ha muerto, ¡viva la prensa!”, vivimos en un momento en el que se puede llegar a un periodismo desastroso y hundido o a una situación de esperanza y un momento histórico en el que se puede relanzar el periodismo.
Creo que estamos en un cambio de época en la que la crisis, mira por donde, ha mostrado el modelo antiguo de comunicación que dependía de grandes accionistas e inversores y prácticamente gratuito, no funciona. Además no era un periodismo decente y honesto, sino que se fundamentaba en los intereses económicos de esos accionistas. Y en este contexto, surge la oportunidad de un periodismo diferente, cooperativo y colaborativo, que verdaderamente escuche a la ciudadanía.
¿En qué se diferencian estos nuevos medios a los que denominas en tus libros prensa libre ?
Este nuevo periodismo busca poner fin al “periodismo de rebaño” donde todos los periodistas buscan las mismas noticias. Además, las diferencias salariales entre los jefes y los becarios dentro de las plantillas no son inmensas como en los medios tradicionales. Todo esto supone una esperanza aunque aun hay muchas incertidumbres porque los periodistas siguen cobrando sueldos muy bajos y también hay que cambiar los hábitos ciudadanos, ya que la ciudadanía tiene que entender que el periodismo no es gratuito y los trabajadores de los medios también tienen que comer, y estos nuevos medios deben financiarse de otra manera que no sea con El Corte Inglés o los préstamos bancarios.
Hablando del cambio en los hábitos en esta nueva etapa, ¿qué han supuesto las redes sociales en el mundo de la información?
Han supuesto luces y sombras. Han permitido que todas las personas pueden ser un poco periodistas y difundir información y noticias; dicho esto, a su vez, buscando las sombras, yo diría que las redes sociales lo que han logrado no es democratizar la información sino democratizar la desinformación. También este nuevo modelo frivoliza la información y se queda en la superficialidad, ya que no tenemos textos largos y reflexivos. Esto es un juego que sólo beneficia al establishment porque el pensamiento crítico requiere mecanismos más elaborados.
Por otro lado, como elemento positivo, es cierto que las redes sociales han supuesto una ruptura con el oligopolio; ya todos podemos recibir noticias por Internet, gracias al abaratamiento de la tecnología de la comunicación, como por ejemplo imágenes y vídeos de los indígenas reprimidos por Endesa en Chile. Esto antes era muy caro.
Estableces en tus libros tres maneras de financiar un medio de comunicación: a través de empresas y grandes inversores; a través del Estado; a través de la ciudadanía. ¿Lograr que los ciudadanos/as colaboren en potenciar una prensa libre es el gran reto actual?
La gente, como decía antes, tiene que entender que cuando estamos hablando del acceso libre a la información no estamos hablando de que la información sea gratuita. Es decir, cuando decimos que la sanidad y la educación son universales es porque hemos resuelto quién va a pagar a los médicos y los profesores, y quién va a hacer escuelas y hospitales. El encargado de esto es el Estado social. Pues en el periodismo ocurre algo similar, tenemos que entender que el Mercado no presta un servicio que garantice el derecho a la información, necesitamos una financiación para pagarle un sueldo a los profesionales si queremos que cubran ese servicio; que hay que pagarles un billete de avión a Siria, por ejemplo, para que nos cuente lo que pasa allí. Es decir, el ciudadano debe entender eso, que tenemos que pensar quién va a resolver esos gastos que genera el derecho a la información. A cambio, ese periodismo debe ser más colaborativo, más participativo, debe escuchar a los ciudadanos y tener una contabilidad transparente.
¿Es la objetividad un mito en el periodismo?
Evidentemente la objetividad y la neutralidad, no existen. El estudiante de periodismo ya lo percibe en la facultad, pero quizá al ciudadano haya que explicárselo. El ejemplo más elocuente es por ejemplo cuando un periódico decide si en la portada de mañana va a poner los Oscar de Hollywood o va a poner el Informe de Amnistía Internacional, ahí ya se está aplicando un sesgo. Es decir, la mera selección de las noticias ya supone aplicar un sesgo editorial que rompe con la imparcialidad. Los grandes medios utilizan el mito de la objetividad como un mecanismo para la manipulación, vendiendo sus noticias como “información neutral e imparcial” e intentando disimular su ideología. Esta es la trampa del periodismo moderno y es para lo que los ciudadanos deben estar vacunados e inmunizados.
¿Y la autocensura del periodista? ¿Existe realmente?
Yo creo que sí que existe pero hay que explicar el porqué. Para empezar, el discurso que apela a los códigos deontológicos y éticos de los periodistas en el capitalismo es una farsa y es una mentira. El único código deontológico que hay en esta estructura de mercado es que lo que tú hagas le guste a tu jefe para mañana poder volver a trabajar. Ese es el único código deontológico al que el periodista está sometido en un medio tradicional, y eso es lo triste. Es decir, ¿quién decide el código ético de Telecinco? pues está claro, Berlusconi.
Vayámonos ahora a América Latina. En tu último libro, “Medios democráticos: Una revolución pendiente en la comunicación”, hablas de los procesos de democratización de los medios que se están dando allí desde hace unos años en distintos países, ¿qué proceso diferente se ha dado para llegar a esto?
Yo creo que la diferencia fundamental está en que allí el debate está en la calle. Hay una ciudadanía que tiene la percepción de que los poderes públicos le tienen que garantizar el derecho a conocer lo que pasa, el derecho a la veracidad y a la pluralidad. Se han dado cuenta que la excusa de la libertad de expresión no es una justificación para que un oligopolio tenga el control de todo lo que se difunde y todo lo que se informa. Aquí en cambio, no. Aquí seguimos creyéndonos ese mito de la libertad de expresión que está siendo utilizado y pervertido por un grupo de empresas para mantener su control, y nadie se está planteando que no se pueda mentir y se miente en los medios todos los días con absoluta impunidad, ese debate no se está teniendo aquí.
¿Puedes ponerme algún ejemplo de lo que está suponiendo esa democratización de los medios latinoamericanos?
Fundamentalmente hay una norma, que es la más estandarizada, que es el reparto de tres tercios de las licencias de radiotelevisión. Países como Argentina, Uruguay, Bolivia, Ecuador o Venezuela, han establecido que en el reparto de las licencias haya un tercio para el Estado, es decir para los medios públicos; un tercio para las empresas privadas, y un tercio para la sociedad organizada, radios y televisiones comunitarias, que aquí podemos llamar radios o televisiones libres. Es una medida muy lógica que deja en evidencia la falta de democratización de los medios en España, ya que aquí la ley audiovisual establece que las radios y teles sin ánimo de lucro no pueden facturar más de 100.000 euros/anuales (tv) o 50.000 (radios). Esto supone que por ley hacen a estos medios más pobres y precarios, porque con esas facturaciones no se pueden pagar sueldos a todos los trabajadores necesarios.
¿Alguna otra medida concreta en alguno de los países que están realizando este proceso en los medios de comunicación?
En Ecuador se ha establecido en su Constitución, y en Venezuela a través de una ley, que los grandes grupos financieros y bancarios no pueden ser accionistas de grandes medios de comunicación, al igual que tampoco los políticos o la Iglesia. Por tanto, plantean que los grandes lobbies de poder no pueden ser dueños de los medios porque esto alteraría la pluralidad y la veracidad del derecho a la información. Esto también supone un contraste clamoroso con España, porque la presencia bancaria es fundamental en la financiación de los medios como accionistas o como acreedores.
Hay muchos ejemplos que describo en el libro, como las medidas contra la información racista y xenófoba, que se han puesto en marcha en Bolivia; medidas de responsabilidad social que se han establecido en Venezuela que obliga a los medios a poner la fecha en las imágenes de archivo para evitar la manipulación; que no se pueda mentir ni engañar como se ha establecido en Ecuador… Es decir, muchas medidas que protegen la veracidad informativa.
Fuera de esos países, ¿existe o no existe guerra mediática a nivel internacional contra gobiernos como el Venezolano?
Sin duda existe una guerra mediática, porque vivimos en un tiempo en el que no se puede dar un golpe de estado tradicional mediante el ejército pero en cambio se puede hacer todo, siempre y cuando te ganes a la opinión pública. Es decir, se trata de conseguir ese estado de opinión fuera del país, y presentarlos ante toda la comunidad internacional como dictaduras o gobiernos agresores a los derechos humanos. El desequilibrio es tremendo y además insultante, cuando vemos que en nuestro país todos los días se habla de Venezuela o Bolivia y nunca se habla de Marruecos, Arabia Saudí o Perú. Hay lo que yo llamo, una campaña de “silencio – portada” , silencio con las dictaduras reales violadoras de derechos humanos por ser de la simpatía del poder político y económico, mientras que por otro lado, las portadas y la agresión mediática es para aquellos que no son de la simpatía de ese establishment.
En definitiva, está claro que uno siempre puede encontrar un detenido o golpeado en una comisaría de cualquier país, ahora tú decides si ese detenido lo buscas en una comisaría de Euskadi o lo buscas en una comisaría de Caracas.
Existen otros asuntos que entran y salen de la agenda mediática con un criterio que se aleja de la demanda social, es el caso de los refugiados y las posiciones de la Unión Europea, ¿qué opinas de cómo se ha enfocado todo esto a nivel mediático?
Los mecanismos de manipulación son múltiples: la mentira, el silencio, la falta de contexto, el sesgo en las fuentes… y además se pueden combinar todas. En este caso, no se puede mentir, porque no se puede negar que hay refugiados, pero en cambio sí que puedes omitir determinadas informaciones o imágenes que puedan resultar inapropiadas desde el punto de vista político. Y sobre todo se evita indagar en alternativas para los refugiados, en las razones que les han llevado hasta esta situación, y esto logra que la opinión pública no tenga una salida para posicionarse en contra de las medidas actuales.
Otro asunto que ha sido bastante silenciado por los medios es la negociación del TTIP o Tratado de Libre comercio entre la UE y EEUU, incluso a pesar de las filtraciones de Greenpeace…
Con este tema ha vuelto a suceder algo que ya hemos visto antes, los medios de comunicación se convierten, más que en facilitadores de información, en filtradores de información. Son los interceptadores. Lo que ha sucedido con la últimas grandes filtraciones, como los cables de Wikileaks, los papeles Panamá o la información sobre el TTIP de Greenpeace, es que se han enviado a los grandes medios y, sobre todo en este último caso, no han puesto todas las herramientas necesarias para traducir y crear información elaborada a partir de la filtración. Se han quedado con cuatro cosas. Esto demuestra que los grandes medios no están cumpliendo la función social de informadores: no investigan, no buscan, no contextualizan, y cuando tienen toda la información no la preparan para presentarla adecuadamente. Evidentemente, esto es debido a que en última instancia, detrás de esos medios hay intereses económicos y empresariales a los que no les interesa la verdad.
En los últimos tiempos la corrupción ha ocupado muchas portadas, ¿crees que la sociedad se ha acostumbrado y está inmunizada a la corrupción?
La corrupción está todos los días en la prensa por varias razones. Primero porque no se puede ocultar cuando ya ha salido en algunos medios. En segundo lugar, porque se centra sobre todo en los partidos políticos y a otros les puede interesar sacarlo a la luz, pero no afecta a la estructura del sistema. Esto es importante, nadie habla de la relación entre la privatización de servicios y la corrupción, en cambio si te paras a pensar, prácticamente el 90% de la corrupción se acabaría con empresas públicas. La corrupción está en la privatización del servicio de basuras, del agua, de organización de eventos, construcción de carreteras… En definitiva, incluso cuando parece que el periodismo hace crítica y está sacando a la luz cosas oscuras, en el fondo está dentro de unos márgenes muy limitados que no afectan a la propia estructura del sistema.
Respecto a la Ley Mordaza, ¿cómo afecta al periodismo libre, al acceso a la información y a la libertad de expresión?
Afecta de múltiples formas. Desde los mecanismos de vigilancia cuando navegas por internet hasta no poder grabar a unos policías con tu móvil en una movilización donde está habiendo agresiones policiales. Esa recogida del testimonio y su difusión por redes es fundamental para que luego el periodismo no las pueda callar. Y luego, están los mecanismos con los que se interviene en el ciudadano que hace un tuit y ya lo catalogan como terrorista, o a los que les ponen una multa por una canción, una obra de teatro o por llevar un bolso.
No querría pasar sin preguntarte qué opinión te merece la convergencia entre Podemos e Izquierda Unida para estas elecciones generales del 26 de junio. Y por otro lado, ¿crees que realmente se ha espectacularizado la política en los últimos tiempos?
Empezando por lo último, yo creo que sí se ha espectacularizado la política y es un problema. Me parece triste esa romería de candidatos haciendo payasadas en las televisiones. Yo echo de menos esa escena en un programa de televisión en la que está Julio Anguita y la presentadora le va a sacar a bailar y Anguita le dice humildemente que él no va a bailar porque él ha ido allí a hacer una entrevista. Entonces había unos elementos de dignificación de la política que se están acabando, ahora tienes a los políticos bailando con los presentadores, dejándose entrevistar por un muñeco, disfrazándose… yo creo que ese circo es una aberración de la sociedad-espectáculo, como diría Guy Debord. Lo grave no es que los políticos entren en este juego, lo grave es que a lo mejor no tenían más remedio que entrar.
En cuanto a la confluencia, creo que hay una razón técnica de la que no nos podemos avergonzar, se trata de un motivo importante, y es que una miserable ley electoral muy injusta convierte en razonable confluir diferentes opciones en una misma lista, no para lograr sumar sino para multiplicar. Esta es una razón táctica, que además incluye que en este acuerdo no se renuncia a la independencia de los diferentes partidos, por tanto todo esto ya lo justifica. Por otro lado, hay una razón yo creo ideológica que quizá no es tangible y solamente es un futurible o un desiderátum, que es lograr que la izquierda esté más unida. Pero bueno, yo me conformo con una confluencia táctica para poder neutralizar la injusticia de un sistema electoral.
Para terminar, ¿qué proyectos futuros tienes entre manos y dónde centras tu trabajo actualmente?
Bueno, en este momento lo que más me ocupa es estar en el consejo editorial de El Jueves, mi función es conseguir la información y los contenidos de actualidad para que unos magníficos dibujantes las hagan divertidas. Eso también es una confluencia, yo creo que es una sinergia interesante. Y por otro lado también sigo con mi colección A fondo en Akal, con varios libros que saldrán próximamente.
Mundo Obrero redacción Asturias