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MANIFIESTO EN APOYO A LAS MARCHAS DE LA DIGNIDAD

(CON MOTIVO DE LA CELEBRACIÓN DE LAS I JORNADAS SOBRE MUJER, INMIGRACIÓN Y MOVIMIENTOS SOCIALES DEL PCA DE MIERES)

1- El “fenómeno 15 M” comenzó cuando tan solo 40 personas acamparon en la Puerta del Sol, en Madrid, protestando pacíficamente contra el bipartidismo, que algunos llaman democracia, pero que en realidad encubre un sistema plutocrático, donde los ricos dictan las políticas y el pueblo obedece. Progresivamente, el 15 M se fue transformando en un ejercicio de radicalización democrática que irradió al resto de partes del Estado, recordándonos que la democracia no consiste únicamente en votar cada cuatro años, introduciendo una papeleta en una urna, sino en la participación activa de la ciudadanía, en la deliberación reflexiva sobre los asuntos políticos que nos conciernen, pues a nadie debe importarle más contar con buenos gobernantes como a los que somos gobernados.

Pero discutir en la plaza pública sobre los problemas que nos afectan no tiene como objetivo “hablar por hablar”, sino transformar el tejido mismo de la realidad. Como hemos leído estos días, “el tiempo de los paseos litúrgicos y la movilización como desahogo” se ha terminado. Si discutimos y nos indignamos es porque queremos que nuestra voz llegue “clara y diáfana” a los medios de comunicación (algo que se antoja imposible en un sistema político en que las grandes empresas compran acciones de los periódicos y televisiones más influyentes, con objeto de generar la apariencia falsa de que la economía está mejorando), porque pretendemos que los medios de producción no estén en manos de unos pocos, y porque sabemos que para que esto no ocurra es necesario acometer acciones políticas tales como la nacionalización de empresas del sector energético- para garantizar el suministro básico a todos los ciudadanos-, elaborar una vigorosa  política industrial que pueda ser el motor de la recuperación económica (tengamos en cuenta que solo en los últimos 4 años la producción industrial ha caído en Asturias un 23% y han desaparecido 504 empresas industriales), o la creación de una banca pública, atendiendo siempre al bien común.

2- Nos dicen que “el hombre es un lobo para el hombre”, que es rapaz y mezquino, porque quieren que creamos que la propiedad es un deseo natural e inherente de los hombres y las mujeres, y que por eso necesitamos un gran Poder al que cedamos nuestra cuota de poder. Pero la propiedad privada supone una formación económica, la capitalista, que apenas tiene 4 o 5 siglos. Por eso, el deseo de propiedad no es natural e innato. No está inscrito en nuestro ADN. ¡Existen otras formas de relacionarse, de convivencia, de reciprocidad! Prueba de ello dan el 15M, las marchas de los mineros, las protestas en Gamonal o, más recientemente, las multitudinarias manifestaciones contra la privatización del agua en Alcázar de San Juan.

Rousseau dejó escrito que nuestros problemas económicos y políticos no surgieron cuando un individuo cercó una porción de tierra y dijo “esto es mío”, sino cuando, al acotar éste su “propiedad privada”, hubo personas tan obtusas que lo aceptaron. Por eso, aquí y ahora, queremos expresar nuestro más enérgico rechazo a las privatizaciones que están recortando los derechos conquistados durante siglos de lucha por la clase obrera. Una clase obrera que no se resigna a perseverar en su condición de explotada, sino que busca liberarse de sus cadenas revolucionando el marco político que origina su opresión. Cuando, sin contar con nuestra participación, nos digan  “esto es nuestro”, nosotros responderemos: “esto es público, eso es de todos, esto es común”. Y actuaremos en consecuencia.

3- Las Marchas de la dignidad son, sin duda, una movilización contra la deudocracia. ¡Aboguemos por la realización de una auditoría de la deuda que determine quiénes son sus acreedores y si ésta es legítima o no! Hemos visto cómo los partidos mayoritarios entregaban la soberanía popular a la Troika, modificando el artículo 135 de la Constitución, ese “papel” que dicen que es sagrado y, por tanto, intocable. Las Marchas también son una movilización contra el austericidio. Cuando la  prioridad de los gobiernos europeos y de las grandes empresas es rescatar un sistema financiero quebrado, para beneficio del 1% de los españoles, el nivel de riqueza de la mayoría de ciudadanos ha disminuido a niveles de finales de los años 90 y se han reducido los salarios un 15- 20%, nos exigen que ahorremos.

¡Ahorrar! Las palabras no se pueden prostituir. Derivado de un arabismo de la Edad Media, el verbo ahorrar significó durante muchos años “liberar a un esclavo”. Es curioso: hoy día la ideología del ahorro se ha convertido en la esclavización de los que somos aparentemente libres.

4- Los acontecimientos que han tenido lugar en Gamonal nos inundan de esperanza, la esperanza que los marchantes de la dignidad llevarán en sus mochilas hasta llegar a Madrid. Durante años nos dijeron que los ciudadanos, especialmente los jóvenes, estábamos despolitizados, que éramos indolentes, y que la sociedad estaba tetanizada. Pero las personas que protestaron en Gamonal no estaban locas, ni eran una masa ignorante (¿quién tiene miedo a la democracia?) sino que sabían lo que querían: luchar contra los pelotazos urbanísticos, contra la corrupción de personajes inefables como- ¡digamos sus nombres y apellidos!- Miguel Méndez Pozo, contra la deuda de 160 millones contraída por el gobierno municipal, contra la reducción de los aparcamientos gratuitos (de tan solo 507 plazas), etc. En resumidas cuentas, contra la privatización salvaje de los servicios públicos. Finalmente, se ganó la batalla: el 18 de Enero el gobierno municipal no tuvo más remedio que paralizar las obras.

Cuando se hace política sin tener en cuenta las protestas vecinales- las manifestaciones, las concentraciones, la desobediencia civil, en suma- se cae irremediablemente en el despotismo: todo para el pueblo, dicen, pero sin el pueblo. O como afirmaba Federico II de Prusia: “mis vasallos y yo hemos llegado a un acuerdo: ellos dicen lo que quieren y yo hago lo que me da la gana”. ¡Pero nosotros no queremos ser vasallos, no dejaremos que nos avasallen!

5- El ejemplo de las Mareas nos empuja a continuar la lucha: marea blanca, negra, verde; mareas de todos los colores, porque nosotros queremos reconstruir el “todo” y dejar de ser los “sin- parte”, transformar la realidad ahí donde no se nos reconoce.

Hemos visto cómo la marea blanca, en defensa de la sanidad pública, ha conseguido frenar la externalización de servicios públicos en 6 hospitales de la Comunidad Autónoma de Madrid. Lo llaman “externalización”, porque piensan que somos bobos, pero lo que en realidad se cuece es la paulatina mercantilización de la sanidad. Dicen que la gestión privada es más eficiente que la pública, pero ¿quién asegura la cobertura sanitaria universal en un sistema privado, cuyo objetivo es la maximización de beneficios? Apelemos a los datos, ya que les incomodan nuestros lemas. Informémosles de que el mercado gestionado de los servicios sociales implica un sobrecoste estructural del 25 % en términos de costes administrativos, mercadotecnia y beneficio de los accionistas. Recordémosles que España gasta en sanidad pública 400 euros menos por habitante/año del gasto total que la media de los países de la OCDE. ¿Falsa conciencia o mala fe neoliberal?

6- Por otro lado, pero en estrecho vínculo, como se ha venido denunciando desde la marea verde, la devaluación permanente de los servicios  públicos  del  Estado  del  bienestar, su licuación  tras el final de la guerra fría,  ha conducido a un proceso intensivo de privatización de la educación, ¡hasta el punto de que en el preámbulo de la LOMCE desaparece el concepto de educación como servicio público! El sujeto consumidor (al que se le anima a gozar de un catálogo casi infinito de estimulantes, adelgazantes, coches o lavadoras, al tiempo que se le exige obediencia política- la ideología del consumo como control biopolítico-) resulta ser el engranaje del actual modelo productivo y las empresas multinacionales son concebidas como los agentes dinamizadores del proceso educativo. No nos engañemos: se busca la reconversión del modelo educativo en sector productivo directo, mediante el señuelo de la transformación del “conocimiento” en I +D+I y la nebulosa ideológica del emprendedor.

Como es sabido por todos, la educación no es, ni puede ser, neutral. Una muestra de ello nos encontramos cuando contemplamos cómo la nueva asignatura ‘Valores Éticos’, que entrará a formar parte del currículo escolar, promueve, en efecto, el acatamiento de las leyes y las sentencias de los tribunales de justicia, así como el pago de los impuestos establecidos- en tanto que deberes de la ciudadanía-, pero omite o evita por completo destacar otros derechos, tales como, por ejemplo, los recogidos en el artículo 35 de nuestra “sagrada” Constitución ( “1.Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo […] a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia, sin que en ningún caso pueda hacerse discriminación por razón de sexo) o en el artículo 47 ( “Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos […] establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación…”). ¿Hace falta señalar por qué?

7-  Para concluir, no podemos dejar de referirnos a la tragedia ocurrida el pasado 6 de febrero: 15 subsaharianos que han perdido la vida intentando entrar en España desde Ceuta, siendo corresponsable de este hecho la Guardia Civil, que disparó bolas de goma y utilizó botes de humo contra los inmigrantes, pero sobre todo, aquellos de los que recibieron órdenes. Hace unos días, el periódico el País, metamorfoseado en La Razón- medios cada vez más indiscernibles- nos regalaba este titular: “30. 000 subsaharianos preparan el salto a Europa por Ceuta y Melilla”. ¡Como si fueran ganado!

Nosotros reclamamos la libertad y la justicia como derechos de ciudadanía, pero algo más fundamental y grave está en juego en la situación de los inmigrantes: su propia vida. En el mejor de los casos, no es el derecho de su libertad lo que está en peligro, sino el mero derecho a la acción pública y al reconocimiento social. Lo dramático es que- como afirmaba lúcidamente Hanna Arendt- sólo tomamos conciencia de un “derecho” a tener derechos ante el drama de los miles de millones de personas que han perdido los suyos. Y esta es la situación que viven los inmigrantes subsaharianos.

En el control de fronteras no todo vale. Una política de inmigración justa debe cumplir, al menos, dos requisitos: en primer lugar, la protección de los demandantes de asilo, de los arribantes (no recibirlos con cuchillas, pues sabemos que solo les causará la muerte); en segundo lugar, la persecución de los traficantes de personas (no negociar para obtener réditos económicos con aquellos países que toleran e incluso controlan esas mafias).

Ayer leíamos en las redes sociales este mensaje, cargado de la ironía que aún no nos han podido arrebatar: “400.000 españoles emigraron de España desde 2008. Gracias a los países que no les dispararon”. Cruda realidad, la de la dialéctica entre los flujos migratorios y las concentraciones de capital.

8- Concluyo. El sufrimiento de los hombres nunca debe ser un mero residuo de la política, sino, por el contrario, un derecho absoluto a levantarnos y dirigirnos contra aquellos que detentan el poder. ¡Levantémonos y movilicémonos! Los trabajadores de Tenneco, los de Coca- Cola, las mujeres discriminadas social y laboralmente, las mujeres del carbón, los afectados por ejecuciones hipotecarias y desahucios, los precarios, los jóvenes sin futuro, aquellas personas que son estigmatizadas en virtud de sus preferencias sexuales y ven cercenados sus deseos, los inmigrantes que el Estado recibe con sus brazos de alambre, o los que, preparados para empadronarse en el registro municipal, sufren una redada cruel. ¡Movilicémonos con dignidad! Como decía Marx: “No digáis que el movimiento social excluye al movimiento político. No existe un movimiento político que no sea social”.

 

Juan Ponte

Secretario de Formación del PCA Mieres