Venezuela en el punto de mira

A lo largo de la historia, América Latina siempre estuvo en el ojo del huracán, vigilada, sometida o intervenida por EE.UU. Para ello siempre contó con los gobiernos satélites del continente y el seguidismo de una Europa sin criterio propio ante cualquier tipo de dominación del imperio yanqui.

Intervenciones militares, apoyo y formación a golpistas militares en distintos países del Área, financiación a opositores de gobiernos populares, etc. se sucedieron a lo largo de la historia a cargo de EE.UU.  El balance no puede ser más negativo. Ya en 1846 en una guerra contra Méjico, EE.UU. se anexiona Texas y California. En 1898 declara la guerra a España derrotando al ejército español que pierde Cuba y Puerto Rico. Ya desde el siglo XX hasta hoy las intervenciones se suceden en Panamá, Nicaragua, Haití, República Dominicana, Honduras, Guatemala, Granada, Cuba, etc. Puede decirse que ningún país se ha salvado de la mano negra del imperio yanqui, incluso más allá del continente americano. Vietnam, Afganistán, Irak, Libia o recientemente Siria, dan buena cuenta de ello.

También tenemos presente el apoyo a los golpes en Chile destituyendo  al gobierno legítimo y asesinando a su presidente Salvador Allende, o en la Argentina del General Videla donde decenas de miles de ciudadanos perdieron la vida, sufrieron torturas y cárcel o se exiliaron a Europa. Recordamos también la financiación y asesoramiento a la “Contra” que operaba desde Honduras contra la Revolución Sandinista en Nicaragua

La brutal campaña de desprestigio a que está sometida hoy Venezuela, el criminal bloqueo económico del que el pueblo llano es víctima y la intoxicación mediática de los medios de comunicación, van en esa misma línea y contribuyen al desprestigio de las instituciones venezolanas y de su presidente Nicolás Maduro, que hay que recordar que fue elegido por más del 67% de los electores entre seis candidatos en representación de 16 partidos políticos. Los resultados de esas elecciones fueron reconocidos por los observadores internacionales entre los que se encontraba el expresidente español Rodríguez Zapatero, la Fundación Carter y representantes de las Naciones Unidas.

Aunque desde algunos sectores reaccionarios se habló de fraude, nadie impugnó los resultados, lo que, sin duda, evidencia la transparencia de los mismos.

La estrategia de EE.UU en el Continente ha sido siempre la misma; hacer de América Latina su patio trasero sometiendo a los gobiernos “rebeldes” o combatirlos por todos los medios. La amenaza de intervención militar se desprende del anunciado envío de cinco mil militares a las fronteras de Colombia con Venezuela y,  de llevarse a cabo, supondría un baño de sangre abocando al país a una más que posible guerra civil.

Hasta ahora, el criminal bloqueo económico y la anunciada congelación de los depósitos bancarios en EE.UU. derivados del petróleo, está creando mucha inestabilidad en el país , utilizada por parte de la derecha para hostigar a las capas populares e incitándolas a  la revuelta violenta como las conocidas  “guarimbas” en la que muchas personas ajenas a los disturbios perdieron la vida.

Tal parece para la oposición que todo vale con tal de conseguir sus objetivos, que no son otros que hacerse con las riendas del país y reprivatizar las riquezas de su subsuelo.

Ante este dilema, los pasos dados por el Presidente Sánchez y demás países europeos, lejos de ayudar a pacificar la situación, no hacen sino echar leña al fuego y plegarse a los dictados de EE.UU.

El Sr. Sánchez, es el menos indicado para pedir elecciones al presiente venezolano, cuando aparte de suponer una injerencia en  los asuntos internos de otro país, él mismo llego a la presidencia del gobierno fruto de conveniencias políticas y no de la voluntad popular expresada en las urnas.

Si las democracias europeas están tan preocupadas por las penurias que sufre el pueblo venezolano fruto del criminal bloqueo, lo que debe hacer es poner en práctica una política bilateral de cooperación y marcar su propia ruta al margen de EE.UU., y lo mismo se puede aplicar a cualquier país que huye del hambre y en cualquier parte del mundo.

Si lo que nos preocupa son los DD.HH., convendría hacer un repaso del trágico papel  que juega Europa con los subsaharianos que huyen de guerras fomentadas por los países productores de armas que no dudan en venderlas a dictaduras significativas como Arabia Saudí, Kuwait o Marruecos por citar alguno, ni los asesinatos a opositores, sindicalistas, mujeres o simples campesinos en Colombia, Honduras, El Salvador, etc. Tampoco se escuchó la voz del Gobierno español ni de nuestros socios europeos para denunciar los “golpes blandos” contra Zelaya en Honduras o contra Lula en Brasil.

Entre los principios fundamentales de las Naciones Unidas está la no injerencia en los asuntos internos de otros países. Tal parece que lo olvidamos. Lo mismo que el posicionamiento del reciente Consejo de Seguridad Extraordinario, en donde de 35 países asistentes 19 votaron a favor del diálogo y contra cualquier intervención. Nada de esto nos dijeron desde los medios de comunicación.

El sometimiento a los países que actualmente conforman el ALBA, poniendo o quitando gobiernos a su antojo, y despojándolos de sus riquezas estratégicas como el petróleo, el gas y otros yacimientos minerales, es el espurio interés de los EEUU, y no la pretendida ayuda humanitaria.

Mientras, Europa asiste de monaguillo del imperio.

Juan Luis Vallina Ariznavarreta  

Responsable de Movimiento antiimperialista del PCA