Retomar las calles, transformar el país
“La recuperación está a la vuelta de la esquina” decía, en 2013, el Ministro de Hacienda Cristóbal Montoro. Un año más tarde, las Marchas de la Dignidad concentraban en Madrid a cientos de miles de personas procedentes de todo el Estado, exigiendo el fin de los recortes en materia de financiación pública sanitaria, educativa y de pensiones, el fin de los desahucios y demandando salarios dignos. En definitiva, políticas para la mayoría social trabajadora, es decir, pan, techo, trabajo y dignidad.
Para 2015, la situación seguía siendo la misma y las Marchas volvían a Madrid. Un Gobierno absorto en sus “cuentas de la lechera” seguía intentando hacernos creer en una recuperación económica ficticia, que nunca llegaba y que, de hecho, gravaba cada vez más a las y los trabajadores que más estaban sufriendo la crisis y que, ironías del destino, veían mermados paulatinamente sus derechos a través de las reformas laborales o la denominada como “ley mordaza”.
Queramos o no, la derecha gobernante, auspiciada bajo el paraguas de la austeridad propugnada desde Berlín, vía Bruselas, marchaba triunfante – y sigue marchando, más cómoda que nunca – frente a la desmovilización de los sectores que había logrado generar un importante contrapoder desde las calles, que daba impulso a quiénes luchaban, también, desde las instituciones, por los derechos de la mayoría trabajadora. La izquierda ha tenido también su culpa en esta batalla. Un discurso cada vez más desdibujado, desideologizado, y carente de objetivos claros – que se ha incrementado en el último bienio – caía presa en su propia trampa al solitario, al albur del bombardeo mediatico de los mass media, del gatopardismo ideológico y del “todo vale” en una suerte de política-espectáculo que no hacía más que beneficiar al Partido Popular y, de otra parte, lograr mudar, parte del posible voto descontento, hacia su nueva flamante filial naranja.
De esta manera, muchos colectivos, activistas sociales, militantes partidarios, sindicatos, etc., que tanto habían trabajado para lograr constituirse en un frente común de presión y lucha diaria en las calles, los barrios, los pueblos, las redes,etc., como las Marchas de la Dignidad, parecían haber sucumbido.
¿Es esto así? ¿Hemos fracasado desde la izquierda alternativa en nuestro intento de transformar el mundo? Nada más lejos de la realidad. Decía Miguel Hernández que “Jamas renunciaremos ni al mas viejo de nuestros sueños”. Y así será.
Mientras se sigan mermando las libertades individuales y colectivas, mientras siga habiendo desahucios, mientras el empleo generado se haga a costa de la merma de los derechos laborales y salariales de las y los trabajadores, mientras no se asegure el mantenimiento, calidad y gratuidad de los servicios públicos básicos como son la sanidad, la educación y las prestaciones sociales y mientras no sea posible el acceso general a pensiones dignadas, ahí estarán las Marchas de la Dignidad.
Este 27 de Mayo, alcemos nuevamente la voz contra los abusos de este sistema enfermo. Presentemos una alternativa frente al modelo socioeconómico y político neoliberal actual que nos avoca a la miseria. Retomemos, con más fuerza que nunca esas calles de las que nunca se tuvo que salir. Hagamos nuestra la máxima de que “los derechos se toman, no se piden; se arrancan, no se mendigan”.
¡Volvemos a Madrid! ¡Pan, techo, trabajo e igualdad!
David Santirso Ruiz
Secretario Político del PCA en Gijón
Publicado en el diario El Comercio (25/05/2017)