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Nuestras vidas antes que sus beneficios

Según CCOO de Asturias, tras un informe estadístico publicado en el verano del 2014, la siniestralidad laboral aumentaba un 72,3% durante el primer semestre del pasado año. A pesar del incremento del paro, dicho porcentaje arrojaba unas cifras escalofriantes: 2291 trabajadores menos y 396 accidentes laborales más. Desgraciadamente en aquellos números estaban incluidos los de sendos accidentes ocurridos en mayo y julio en las instalaciones del Astillero Armon en nuestra ciudad, cuyo desenlace fue el fallecimiento de dos de sus trabajadores. El  drama se vuelve a repetir, y en menos de dos años el antiguo astillero “Juliana Constructora Gijonesa” en manos del sector privado, se lleva por delante la vida de otro compañero, y ya son tres.

 

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Es poco más que un insulto a los trabajadores y a la ciudadanía de Gijón pretender cargar la culpabilidad del accidente sobre los hombros del fallecido. Las causas de este tipo de accidentes, o quizás convendría más calificarlos como “asesinatos”, habría que atribuírselas, entre otras, a la profundización y empeoramiento de una crisis socioeconómica que ha dejado sin efecto, debido al recorte de medios y a la insuficiencia de los mecanismos de control, el concepto preventivo que debe regir las condiciones de la salud laboral en los centros de trabajo.  Igualmente habría que preguntarse porque los consejos de administración de las compañías persisten en escatimar sobre las medidas de seguridad; y así mismo, reclamar el compromiso adquirido por el gobierno de Asturias, en el ejercicio de sus competencias, para garantizar una actividad laboral acorde a unas condiciones de seguridad óptimas para los empleados en cualquier empresa de la región. La cuestión sigue estando bastante clara; mientras el interés del “todopoderoso” mercado, la “ley del máximo beneficio” y, subyacentemente su lógica, siga recorriendo e impregnando el espacio de las relaciones laborales preponderantes en la actualidad, nuestras vidas, la de los trabajadores y trabajadoras seguirán corriendo peligro.

Es necesario poner freno a los desmanes de una patronal que en el caso de Armon, y a pesar de su corta historia, está plagada de muertes, heridos, amenazas y despidos.  La hoja de ruta de las élites empresariales , como no podía ser de otra manera, prioriza la desregulación del mercado de trabajo, inclinando, por tanto, la balanza en favor de sus intereses como clase social, todo ello con la connivencia de las administraciones públicas y los partidos políticos afianzados en el poder.

¿Cómo es posible que en pleno siglo XXI sucedan hechos cómo este? ¿vamos a seguir permitiendo la impunidad de los culpables de esta crisis?. No cabe duda de la conveniencia de hacernos estas preguntas y reflexionar, en búsqueda de soluciones inmediatas.

Por desgracia y a pesar de más de 200 años de luchas por construir la dignidad en el trabajo, sólo cabe más lucha y más movilización; parece ser que las patronales y sus gestores políticos nos quieren trasladar en el tiempo al siglo XIX y ha de ser la combinación de la presión popular con una acción institucional al servicio del interés común, una de las claves para cambiar las cosas.  Así mismo tenemos el deber de exigir la apertura de una investigación para esclarecer las causas y los hechos del “accidente” y en consecuencia, exigir las responsabilidades pertinentes. A sus familiares, amigos y compañeros “de tajo”, toda mi solidaridad y apoyo. Volveremos a recorrer las calles de Gijón, a paso firme y gritando con más rabia que ARMON MATA y que nuestras vidas están por encima de sus beneficios. 

José Enrique Fernández González 

Secretario Político del PCA en Gijón