Mi voto en las elecciones europeas

Pascual Serrano

Llegó la hora del voto al Parlamento Europeo. Muchos pensarán que el panorama actual tienen algo de inédito por la aparición de nuevos partidos que dicen aportar nuevos aires. La memoria es débil, pero hace cuatro años tuvimos la misma sensación. Entonces contabilicé al menos seis papeletas de partidos de izquierda, algo que vuelve a suceder ahora.

Con todo mi respeto a los que han elegido otro partido de izquierda o reivindican la “abstención activa”, yo voy a votar a Izquierda Unida por varias razones:

Porque no votar es una opción perfectamente digerible para el modelo político dominante. Algunos hablan de “abstención activa”. En las elecciones europeas la abstención suele ser en torno al 50% ¿cuáles son activos y cuáles no? ¿qué diferencia tiene para el sistema si ese 50% fuese activa o fuese pasiva? ¿qué actividad puede hacer el que se ha abstenido que no pueda hacer también el que vota?

Porque las voces que piden unidad de la izquierda parece que nunca son escuchadas y por ello creo que la única forma de apoyar esa unidad de la izquierda es con la unidad del voto de la izquierda si sus líderes no son capaces de hacerlo. Es curioso que otros partidos argumenten que no se presenten en coalición con IU porque no han sido partidarios de realizar unas primarias. Tengo la sensación de que es solo una excusa, antes de que las primarias fuera asunto de tan actualidad y entusiasmo tampoco se coaligaban. Además, entre ellos mismos, que sí han hecho primarias, tampoco se han unido en una candidatura conjunta. Considero que cualquier opción que no tenga la seguridad de un representante es un voto perdido y que con nuestro voto debemos fomentar la unidad.

Porque, aunque creo que Izquierda Unida podría haber mejorado su sistema de participación de militantes para la elaboración de la candidatura, integrar las pretensiones de once colectivos no era fácil. No estoy de acuerdo en unas primarias en la que puedan participar todos los ciudadanos del país sin necesitar de ser militantes para elegir a cualquier persona que tampoco sea militante. Para eso no hacía falta hacer una organización colectiva y elaborar un programa político si desde fuera podían elegir como representante a alguien que también podía ser ajeno.

Porque en la candidatura de Izquierda Unida la integran once organizaciones coaligadas, por tanto sí hay un vocación de unir fuerzas e iniciativas. Resulta paradójico que algunas de las opciones políticas que se presentan de forma independiente hayan anunciado que su hipotético eurodiputado se integraría en el Grupo de la Izquierda Europea cuando algunos de los candidatos de la lista de IU no lo harán, lo que muestra que la amplia vocación de integración de IU y la poca diferencia ideológica que hay con otras opciones.

Porque no es verdad que el sistema electoral europeo no castigue la dispersión del voto como sucede en las elecciones nacionales. Es evidente que habrá un resto de votos que se perderán en cada candidatura si no llegan a un nuevo diputado y habrá tantos restos como candidaturas.

Porque la situación de crisis actual procede de un modelo de Unión Europea que Izquierda Unida lleva años denunciando. Recordemos las denuncias de Julio Anguita contra el Tratado de Maastricht.

Porque IU, junto con el resto de partidos que componen su candidatura, han mostrado tener un programa preciso y elaborado ante cualquier cuestión relacionada con la Unión Europea, sin situarse en la ambigüedad de quienes quieren pescar en todos los caladeros sin tomar posición firme en todas las cuestiones. Desde el euro, a la emigración, la crisis de Ucrania o los programas agrarios o pesqueros europeos .

Porque no ha habido movilización social y política, nacional o internacional, antes, durante y después del 15M, bajo siglas o sin siglas, en la que no hayan estado luchando los militantes y muchos cargos de Izquierda Unida. Al contrario de lo que muchos nos quieren hacer creer, pienso que las décadas de trayectoria de IU y de los partidos que la integran (combatiendo la dictadura franquista, contra la OTAN, en apoyo a los trabajadores en todas las huelgas generales, contra la energía nuclear, en defensa de los derechos de la mujer, al lado de los procesos de liberación en cualquier país del mundo, denunciando las guerras e invasiones de Estados Unidos y la OTAN…), con todos sus errores y deficiencias, no son una rémora sino un patrimonio del que sentirse orgullosos.

Porque aunque IU puede haber tenido muchos errores, no pueden presentarse como la gran opción nuevas propuestas con el principal argumento de no haber cometido ningún error simplemente porque nacieron hace pocos meses. No comparto la tesis de quienes dicen que IU tiene un techo muy limitado, que no se puede seguir en una opción que ha demostrado no ser capaz de recoger la indignación y frustración del actual modelo. Lo curioso es que los que nos proponen nuevas opciones para superar el estancamiento de IU presentan como un éxito y el fin del bipartidismo lograr ellos un diputado y un fracaso que IU alcance seis.

Porque los candidatos que conozco personalmente (Willy Meyer, Javier Couso y Marina Albiol), me han demostrado su coherencia, esfuerzo y honestidad en la defensa de los principios de una izquierda que lucha por una sociedad justa y una Europa social al servicio de los ciudadanos.

Porque la gran esperanza de un partido de izquierdas con posibilidades de llegar al gobierno en un país de la Unión Europea procede, precisamente, de una coalición, referente de IU, que lleva años luchando contra las políticas de la Troika. Me refiero a los griegos de Syriza, fundado inicialmente como una coalición de partidos al estilo de Izquierda Unida y trabajando juntos desde hace mucho tiempo en el mismo grupo político del Parlamento Europeo.

Y por último, porque en Izquierda Unida, sin obligar a los demás compañeros, muchos podemos decir con orgullo y sin complejos que somos comunistas.

Pascual Serrano es periodista. Su último libro es La culpa es de los libros (Icaria)

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