Los que mueren por la vida no pueden llamarse muertos
COMUNICADO: LOS QUE MUEREN POR LA VIDA NO PUEDEN LLAMARSE MUERTOS
Hugo Chávez ha muerto. Apenas hemos tenido tiempo para asimilar las últimas noticias que señalaban un empeoramiento grave de su estado de salud, cuando Nicolás Maduro ha comparecido públicamente para certificar la muerte del comandante. Tan amado por los suyos como odiado por sus enemigos, personificaba como pocos la tan célebre expresión de “Ladran, Sancho, luego cabalgamos”.
Resulta difícil escribir un comunicado mientras aún intentamos encajar este duro golpe. Pero si siempre hemos estado junto al pueblo venezolano y su revolución, más aún toca estarlo ahora. No tenemos ninguna duda de que Venezuela sabrá estar a la altura del doloroso momento histórico que le ha tocado vivir. Como ya quedó claro en 2002, tras el criminal golpe de estado perpetrado por sectores de las fuerzas armadas, en connivencia con la C.I.A. y el Pentágono, y tras el cual se colocó como presidente de la República al presidente de la patronal, Pedro Carmona Estanga, si hay un arma que el enemigo nunca podrá doblar es la educación del pueblo. Ese mismo pueblo que salió a la calle a defender a su legítimo presidente, secuestrado por los golpistas, que vertió su sangre por él, porque sabía que él daría su vida por ellos si fuese necesario. Un pueblo que ya está saliendo mientras escribimos estas líneas, para advertir a cualquiera que ose pensar siquiera en poner las zarpas sobre su patria, que (parafraseando a Maceo) “quien intente apoderarse de Venezuela, recogerá el polvo de su suelo, anegado en sangre, si no perece en la contienda”.
Dicen que el mejor homenaje que se le puede hacer a un hombre es continuar su obra, y la de Chávez es ya eterna en la memoria de tantos y tantos parias de la tierra, de Venezuela y de medio mundo. Una obra que incluye haber reducido la pobreza en más de la mitad, y la extrema pobreza en más de un 70 por ciento; una triplicación del gasto social; la disminución de la tasa de mortalidad infantil en más de un tercio; haber multiplicado por 12 el número de médicos de atención primaria, brindando así servicios de atención médica a millones de venezolanos que antes no tenían acceso a estos servicios; grandes avances en la educación, particularmente en la educación superior, con un incremento en los índices de escolarización en ese sector de más del doble; el descenso del desempleo hasta el 7 por ciento; la duplicación del número de beneficiarios de la seguridad social; la disminución de la deuda externa del 25 al 9 por ciento, haber convertido a Venezuela en el tercer país con menor pobreza en Latinoamérica, y tantas otras medidas más que no significan sino la plasmación de que otro modelo no sólo es posible, sino necesario.
En los tiempos que vivimos, donde el capitalismo neoliberal abrasa y devora cuanto encuentra a su paso, donde miles de trabajadores son arrojados a la más absoluta exclusión y marginalidad, donde la gente se suicida porque se la saca a palos de sus casas para proteger los intereses de la banca que genera la deuda que todos pagamos…, es en ese modelo que reside la razón de su demonización.
Un modelo que hunde sus raíces en la invicta revolución cubana, primera y más exitosa de las varias que se sucedieron y que prosigue siendo ejemplo para otras muchas que continúan sucediéndose en diversos países del continente; auténtica retaguardia de todos los procesos revolucionarios modernos en América Latina. La Cuba de Fidel, del Che, de Camilo y de Raúl, pero también la de los miles de médicos que llevan a cabo programas de atención sanitaria gratuita en Venezuela, la patria cuyos hijos han estado dispuestos a enseñar, curar, construir y combatir allá donde la explotación tomase forma. Una revolución que supuso la luz al final del túnel no ya sólo para los cubanos, sino para todos los pueblos oprimidos de Latinoamérica y el mundo. Una luz que fue recogida en la antorcha de la revolución bolivariana de Venezuela, enarbolada en las manos de Hugo Chávez, quien no sólo tomó esa hazaña como ejemplo, sino que dedicó su vida a extenderla al resto del continente. Y no como mera repetición de procesos nacionales, sino luchando hasta el último de sus días por la construcción de un auténtico bloque continental de poder antiimperialista en el mismísimo ‘patio trasero’ del imperio más poderoso que ha conocido el hombre.
Y ese modelo, ese proyecto, esa realidad que es hoy la Venezuela bolivariana, es por el que el pueblo venezolano ha de dar la batalla en adelante. Les faltará su comandante, el de todos, pero siempre tendrán un pedazo de él. Porque Chávez son todos quienes gracias a él y a su pueblo hoy están en espacios medulares para la vida nacional, porque Chávez son los niños y adolescentes del Sistema Nacional de Orquestas Sinfónicas, porque Chávez son los jóvenes Alcaldes y Gobernadores que hay en todo el país y quienes solo podían llegar hasta allí en un proceso revolucionario como el suyo, porque Chávez son los jóvenes capacitados para operar el Satélite Simón Bolívar o el Francisco de Miranda y son quienes desde la Península de Paraguaná ensamblan teléfonos para millones de jóvenes en todo el territorio nacional, porque Chávez es el padre, líder y guía de una generación de jóvenes leales, trabajadores y comprometidos con la Patria que hoy se contrasta con la juventud de la derecha, usada y luego desechada ante la historia, rezagada a las sobras de los viejos partidos y la vieja política de siempre: Chávez formó una generación de oro, mientras la derecha formó unan generación de cera y a quienes solo seguirán utilizando como carne de cañón en sus intereses personales, porque Chávez son esos jóvenes artistas que por él perdieron el miedo de salir de la pantalla y entenderse como parte de un pueblo que los admira y espera mucho más de ellos. ¡Ni hablar de los miles de jóvenes alfabetizados ni de los millones a quienes ese sistema educativo les había cerrado las puertas y arrebatado las esperanzas, pero gracias a Chávez y a la Revolución hoy día ven hecho realidad su sueño de vestir toga y birrete, o el orgullo de formar parte del ejército. Batas blancas llamados Médicos Integrales Comunitarios. A quienes visten el uniforme oliva en las Fuerzas Armadas Bolivarianas o en la Policía Nacional Bolivariana; ellos también son Chávez porque fue Chávez quien reivindicó su orgullo y la dignidad del uniforme al servicio del pueblo!
Y por todo esto, y por mucho más, hoy sí, de verdad, toca gritar todos juntos, más fuerte que nunca, con una sola voz, aquellas palabras que dirigió el Comandante a sus miles y miles de seguidores en febrero de 1999 cuando ganó las elecciones por primera vez:
¡¡LLEGÓ LA HORA DEL PUEBLO!!
¡Porque Chávez es el pueblo, Chávez es el corazón de cada revolucionario y de cada revolucionaria, Chávez es quienes luchamos día a día! Su vida se ha apagado, pero su ejemplo vive en nosotros, hoy más que nunca nos conjuramos para seguir el camino hasta la victoria! Porque los que mueren por la vida no pueden llamarse muertos,
¡VIVA CHÁVEZ!
¡VIVA VENEZUELA SOCIALISTA!
¡VIVA LA REVOLUCIÓN!
¡¡PATRIA O MUERTE, VENCEREMOS!!
Grupo Bolivariano de Asturias