“La organización de las mujeres antifascistas en distintas asociaciones, generó un caldo de cultivo de reivindicación de derechos y de igualdad”
“Si una sola generación en España pudiese educarse en libertad, habremos ganado el futuro”
La segunda jornada de la Semana Republicana de Oviedo tuvo como protagonista a las mujeres. En el Aula Magna del Edificio histórico de la Universidad de Oviedo tuvo lugar una interesante charla con la profesora de Historia de la Educación, Aida Terrón, y la graduada en Historia y Master de género, Marta Fernández, moderada por Alejandra Matallanas, Secretaria de Mujer y Acción Feminista del PCA.
En la primera parte de la charla Marta Fernández habló de los inicios de la movilización de las mujeres, que se producía de manera paralela en la época con su incorporación al mundo laboral. Las mujeres eran en muchas ocasiones más combativas que los hombres, aunque estaban menos organizadas inicialmente. Las primeras luchas de mujeres se centraron más en el ámbito educativo que en el laboral, aunque también se incorporaron a ese espacio posteriormente. Ellas sabían que solo bajo la educación conseguirían salir del ostracismo al que estaban sometidas por el hombre. Recordemos que casi hasta inicios del siglo XX la mujer estaba destinada solo a la esfera privada del hogar.
En nuestro país los primeros movimientos de mujeres se desarrollaron a partir de 1919, aunque estaban más presentes en el mundo de la cultura. No fue hasta la entrada de la II República cuando estos se hicieron más fuertes. En España no se desarrolló un movimiento preeminentemente sufragista sino antifascista, pues fueron movimientos cercanos a los partidos políticos de izquierda y estos entendían la importancia del voto femenino, pero quisieron retrasarlo por miedo a que fuera un voto conservador.
Pero sin duda alguna, la organización de las mujeres antifascistas, en distintas asociaciones, generó un caldo de cultivo de reivindicación de derechos y de igualdad, y podemos decir que llegó a ser esencial para promover los cambios que se produjeron durante la Segunda República.
Por otro lado, la profesora Aida Terrón, habló del papel esencial que la II República dio a la educación. En 1910 la mujer solo podía cursar Educación Primaria y hasta 1920 el mundo rural estaba abandonado para la educación. Este es el contexto en el que llega la República, un contexto en el que la educación ni era obligatoria ni gratuita, y quien tenía realmente la capacidad para educar era la Iglesia Católica. Como explica la profesora Terrón, “la mayor fuente de dependencia es la ignorancia y esto la Iglesia lo sabía bien”.
Los dos primeros años de la República fueron revolucionarios para la educación ya que llegaron a entender que “un régimen republicano no perdurará sin una ciudadanía educada”. Y quizá por esto la República se empeñó en formar una élite pedagógica, de la que el mejor ejemplo fueron las maestras republicanas. Ellas estaban seguras del potencial cambio social que se podía desarrollar a través de la educación, y el Estado las empoderó para que pudieran llevar a cabo esa misión.
La II República apostó porque la educación y la cultura fueran desarrolladas en exclusiva por el Estado y porque se implementara a través de una escuela única y unificada, de tal forma que solo existiera una educación pública y se le negara la capacidad de enseñanza a la Iglesia.
Una frase de Giner de los Ríos que recordó la profesora fue que “solo la lenta transformación del individuo a través de la educación podrá cambiar el mundo”, matizando después que la educación no solo ha de ser en la escuela sino también en la calle y hasta en una manifestación, y puso como ejemplo el trabajo del movimiento feminista que hoy ha demostrando su capacidad para tejer redes, compartir experiencias y sumar luchas bajo objetivos comunes que busquen transformar esta sociedad en una sociedad mejor, más justa e igualitaria.
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