Horacio Fernández Inguanzo “El paisano” -in memoriam-

Siendo muy joven comienza a trabajar como cantinero en la estación del Ferrocarril Vasco-Asturiano en Oviedo, al mismo tiempo que, como alumno libre, comenzaba sus estudios de magisterio. Siendo afiliado de la UGT, el estallido de la Guerra Civil le sorprende en la Pola de Gordón. Sin dudarlo ni un momento, se alista como voluntario en el frente de guerra, ingresando al poco tiempo en el Partido Comunista de España; desde entonces su compromiso con la defensa de la República y las ideas emancipadoras del comunismo fueron una constante hasta sus últimos días.

Con la caída de Asturias en manos de los golpistas sublevados en 1937, es encarcelado y condenado a muerte. Tras casi un año en la cárcel del Coto en Gijón, y habiendo sido duramente reprimida toda su familia por el fascismo, se le conmuta la pena y es puesto en libertad en 1943.

A pesar de la durísimas condiciones habidas para la militancia en los primeros años de la posguerra, es en ese momento cuando asume no pocas tareas de dirección política del Partido en el interior, llegando a ser el Secretario del PCE en Asturias.

En 1945 vuelve a ser detenido y es nuevamente enviado a prisión hasta 1954, año en el que alterna diferentes trabajos como profesor de clases particulares o agente comercial, y que le permiten desplegar una constante labor clandestina y militante en Asturias.

Tras la huelga minera de 1958 se exilia en Francia. Al cabo de un tiempo, conocido ya como “el Paisano”, vuelve a poner su vida en peligro entrando y saliendo clandestinamente de España para organizar la actividad política del Partido, convirtiéndose, por tanto, en una de las personas más buscadas por la policía política franquista.

En 1969 es detenido en Mieres y permanece en la cárcel hasta 1977, momento en el que se decreta una ley de amnistía por parte del gobierno de Adolfo Suárez en la Transición.

Militantes anónimos con el tesón, la entrega y la bondad de Horacio han existido muchos en la historia de nuestro Partido, pero hombres con la dilatada trayectoria como la de “el Paisano”, son prácticamente irrepetibles en la abultada historia que rellena las mochilas de la izquierda revolucionaria en nuestro país. Cuando nos hizo falta siempre estuvo ahí, en la vanguardia de la que no desertan los hombres de su estampa. Horacio, continúa siendo “nuestro paisano” , y hoy sigue aquí, contemplando esta cruda realidad con su mirada de hombre bueno y alimentado nuestros sueños para poder cambiarla. Veintidós años después de su partida física, continuemos su ejemplo.