Homenaje al camarada Víctor Bayón

Palabras del Secretario General del PCA, Francisco de Asís Fernández, leídas por el camarada José Ángel Piquero, Adjunto a la Secretaría General, en el homenaje al camarada Víctor Bayón celebrado en León el día 3 de febrero de 2018.

Camaradas, amigas y amigos:

El Partido Comunista de Asturias ha recibido como un destacadísimo y singular honor la invitación a tomar parte en este acto entrañable de recuerdo, de gratitud, de homenaje y, sobre todo, de cariño al camarada Víctor Bayón. Y, en efecto, participa en él, muy bien representado por camaradas de su máximo órgano de dirección política, desde el reconocimiento y con la emoción que merece la andadura política del camarada Víctor en su Asturias natal durante aquellos años de noche y de niebla que caracterizaron a la dictadura franquista.

No obstante y sin perjuicio de esa dignísima representación del PCA para este encuentro, en el que, muy a mi pesar, otros deberes preexistentes impiden mi presencia, no puedo ni quiero sustraerme al empeño personal de tomar parte en él, al menos, de palabra.

Cierto es que no me tocó compartir con Víctor los años de su lucha en Asturias, su historia de constructor de rebeldía de clase, de organizador de la Resistencia, el tiempo aquel de la “Huelgona” del 62, porque sólo era un niño y mi ingreso en el PCE no se produce hasta finales del 65 cuando Víctor comenzaba a cumplir en León otra misión de Partido.

Fue muchos años después –y bien lo recuerdo- cuando mi amigo y camarada Justino nos presentó en su casa de Villacedré. Al estrechar su mano y abrazarle fui consciente de estar abrazando la historia viva de nuestro partido, consciente de mirar a través de sus ojos la trayectoria innumerable de coraje y sacrificio de centenares de camaradas, eso que hoy alguien ha llamado “la mochila”, en referencia a que el peso efectivo de una fuerza política o social no se asienta sólo en el censo de sus militantes, sino en el caudal histórico de los actos, las voluntades y los esfuerzos que atesora.

Precisamente, había acudido a aquella primera cita con Víctor con el propósito de anudar con él, para el futuro del PCA, la parte asturiana de ese caudal histórico que él encarnaba como nadie, desde la lucidez de su memoria y para hacer justicia a un trabajo no siempre cabal y suficientemente reconocido. Allí empezamos a desenredar los hilvanes del tiempo, a contarnos los quiebros de la suerte, sonriente unas veces e implacable otras, y a trenzar coincidencias de análisis y de propósitos.

No fue, por tanto, larga en su duración la relación que me vinculó al camarada Víctor, pero lo que no tuvo de dilatada en el tiempo sí lo tuvo de intensa e inolvidable. Inolvidables las puertas siempre abiertas de su casa, la cordial calidez de sus cartas, la alegría de nuestros reeencuentros, su sonrisa entrañable, su constante bondad, a partir de aquella primera conversación que, la verdad, aún no hemos terminado.

Pero más allá de esta exteriorización elemental y auténtica de impresiones personales y sentimientos asociados al recuerdo del camarada Víctor, creo que aquí y ahora debo referirme a dos cosas: una, el merecido tributo de admiración y reconocimiento a toda la familia de Víctor, la que sigue entre nosotros, comenzando por Blanca y la que ya no está, con especial recuerdo para Tina y para mi admirado camarada Antonio Lillo. Y, la segunda, en la estela del propósito expresamente manifestado por Víctor, la idea de que es necesario actuar para que el legado ejemplar de análisis, de luchas, de experiencias que incorpora la historia de nuestro Partido y la memoria de los y las camaradas que protagonizaron la lucha en otro tiempo no sea ajena a las generaciones más jóvenes de comunistas, que esos materiales, incluidas las memorias de Víctor tengan una función como instrumentos útiles de las tareas de Formación Política, ante la necesidad, hoy más apremiante que nunca, de recuperar el concepto de militancia, de asumir muchas veces la renuncia de lo personal en aras de la causa colectiva, de reconocer para la praxis actual el ejemplo de ética comunista que alumbra a cada página en las memorias de Víctor.

Ese debe ser hoy el verdadero sentido de nuestro homenaje: esforzarnos en dar vida actual y combatiente al ejemplo del camarada Víctor Bayón en nuestro largo caminar hacia una humanidad sin explotación ni opresión, hacia una sociedad de hombres y mujeres libres e iguales: la sociedad socialista por la que él luchó.