Alex Alonso Sanchis, estudiante de derecho y joven militante del PCA Oviedo

Estudiar para ricos, trabajar para ser pobres

Desde el comienzo de la crisis, allá por 2008, el sector poblacional más afectado en España es el de la juventud, en la horquilla de edad que va desde los 16 a los 30 años.

Cualquier sociedad que busque cierta estabilidad debe preocuparse por sus jóvenes; bien porque conforman el grueso de los destinatarios del sistema educativo, bien porque ya forman parte del tejido laboral del país. Pero en España, donde se concentran no sólo las políticas devastadoras de la Unión Europea -lo que se ha venido llamando “la Troika”-, que la han llevado a su situación de ejemplo prototípico de país desindustrializado de la periferia europea, sino también un sistema político particular, bipartidista, que ha ahondado en dicha apuesta cortoplacista y ruinosa por el sector servicios, hemos llegado a una situación insostenible.

En el aspecto educativo universitario, cohesionados con el modelo europeo, nos encontramos con la imposición del Plan Bolonia. Las promesas iniciales que incidían sobre una enseñanza personalizada y más efectiva, que se cohesionase con las exigencias de la homogeneización europea, son ahora, años después, mentiras ya constatables. El sistema de grados de cuatro años se ha implementado de manera muy desigual entre los países de la Unión Europea; además, en un momento en el que cada vez más familias no pueden afrontar el fuerte desembolso, la estructura de los cursos hace casi imposible poder compaginar trabajo y estudio.

A este sistema, al que los mismos expertos que lo avalaban ya le reconocen su fracaso, se le han sumado graves recortes presupuestarios, externalización de servicios y un aumento exponencial de los precios de las tasas que deben ser afrontadas para poder cursar estudios. En cuanto a la “población universitaria”, los datos son tajantes: entre 2012 y 2014 la Universidad Pública ha perdido 45.000 alumnos. Cifra sobre la que, además, el Reglamento de Permanencia de la Universidad de Oviedo ha incidido notablemente.

Entre 2012 y 2014 se han perdido 45.000 alumnos

en la Universidad Pública

Esta situación debe ser puesta en relación, además, con la inminente instauración del “Modelo 3+2” que consistirá en una reducción de la materia tratada en un grado –que pasarán a ser de 3 años- y un aumento en la importancia de masters de dos años que se tornarán, además de imprescindibles para acceder al mercado laboral, excesivamente costosos.

El plano laboral no hace sino refrendar que la juventud se enfrenta a una situación cada vez más difícil. Si en el conjunto del Estado las cifras de paro juvenil son inaceptables, en 2014 Asturias marcó un récord en cuanto al paro entre menores de 25 años: 54´7 %. A finales de dicho año, la región cerraba el último trimestre con un 30´7 % en lo que a paro juvenil (entre 16 y 30 años) se refiere. El descenso de los contratos indefinidos y el aumento de la temporalidad y los contratos a tiempo parcial redundan en las, ya de por sí precarizadas, condiciones laborales de los jóvenes.

Este panorama es el responsable del retraso en la edad de emancipación real de los jóvenes, así como que muchos de los ya emancipados deban retornar al hogar familiar. Si hace años se hablaba de la disyuntiva trabajar-estudiar, ahora estamos ante unas posibilidades inaceptables que oscilan entre la precariedad o la emigración.

La temporalidad y los contratos a tiempo parcial aumentan, precarizando el empleo juvenil

Frente a esta situación de precarización, emigración, envejecimiento poblacional y ataque al sistema educativo público, debemos oponer nuestras propuestas para defender a la juventud y sus condiciones de vida; y rechazar firmemente que sea el chivo expiatorio de una crisis cíclica del sistema capitalista en el que vivimos que, por supuesto, no hemos provocado pero que, irónicamente, nos están haciendo pagar..

Alex Alonso Sanchis, estudiante de derecho y joven militante del PCA Oviedo