En recuerdo de Pilar de la Fuente

Se nos ha ido Pilar de la Fuente. Con ella se nos va un testimonio vivo de la historia de lucha y sacrificio del pueblo trabajador de Asturias y del Mundo. Y, habiendo conocido a Pilar desde hace muchos y tenido noticia de su muerte, uno recuerda aquel verso con el que Silvio Rodríguez finaliza su canción “El Necio”: “…yo me muero como viví…”. Y es que nuestra longeva camarada Pilar, se fue sin hacer ruido, con la modestia y la sencillez con que vivió su vida. Nacida en el seno de una numerosa familia comunista, de origen castellano-leonés pero afincada en Oviedo, e hija del pintor Gustavo de la Fuente, le tocó atravesar una adolescencia trizada por las experiencias más crueles: la muerte de su hermana mayor Aída, la heroína del Octubre asturiano, defendiendo la posición de San Pedro de los Arcos; la caída en combate de sus hermanos Gustavo y Daniel, soldados del Ejército Popular de la República, el asesinato de su madre Jesusa Penaos, en el Campo San Francisco, a manos de los fascistas sublevados; el exilio que la arrancara abruptamente de su mundo familiar y sus vivencias infantiles…
Luego, acogida en el país de los Soviets, como una “niña de la guerra” más, le tocó vivir los tiempos implacables de la agresión hitleriana y la epopeya de la Gran Guerra Patria de la URSS. Residió en distintas ciudades, desde Toshkent a Sinferopol, cumpliendo con dignidad y esfuerzo su cometido como trabajadora de la producción. Pasarían muchos años hasta que, jubilada, retornó a su Asturias familiar y ya aquí, entre nosotros, siempre que pudo, estuvo dispuesta, pesa a su ancianidad, a participar con su presencia y su palabra en actos conmemorativos de la Revolución asturiana de Octubre, de recuperación de la memoria democrática y popular de este país e incluso en movilizaciones de solidaridad internacionalista, por ejemplo, contra la agresión imperialista en Irak.
Por eso, quienes compartimos con ella, con lo que fue su familia ejemplar y con los consecuentes luchadores de aquel tiempo, el viejo sueño de asaltar los cielos, hoy le rendimos emocionado homenaje y en ella, lo hacemos también, una vez más, a la joven comunista Aída de la Fuente y a todos los revolucionarios que en el 34, en el 36 o en la resistencia contra la interminable noche del franquismo, antepusieron la lucha por la libertad, la igualdad y la emancipación humana a su interés particular y sus propias vidas.
Hoy, ochenta años después del 34, un gobierno ideológicamente emparentado con la CEDA, entonces gobernante, ampara los mismos intereses que ésta defendía: los del gran capital, la Banca y los terratenientes.
Los instrumentos de hoy son diferentes. No son necesarios los golpes militares para conservar privilegios, basta la imposición a golpe de decreto-ley de las medidas para expoliar cada vez más a los trabajadores, recortar sus derechos y echar sobre su espalda el peso de una crisis que no provocaron. Todo ello en medio de la más repugnante corrupción que embadurna a la patronal, a los políticos del régimen – sea cual sea su color- y hasta a la propia Casa Real.
Es este sombrío telón de fondo el que presta sentido actual y de futuro a la memoria de quienes en otro tiempo lucharon y padecieron por los mismos ideales de justicia social que hoy siguen siendo necesarios. Es con esas convicciones, más allá de cualquier partidismo y por todo lo que históricamente representa, como hoy rendimos homenaje a la memoria de esta mujer buena y entrañable que fue Pilar de la Fuente Penaos y a su intachable trayectoria humana.