El PARTIDO COMUNISTA DE ASTURIAS ANTE LOS ÚLTIMOS ACONTECIMIENTOS POLÍTICOS: LA HORA DE LA UNIDAD

Nadie podrá negar la sostenida prudencia de la Dirección del Partido Comunista de Asturias, en lo tocante a sus apariciones públicas, desde hace mucho tiempo, con respecto a Izquierda Unida de Asturias.

Y no es que dentro del PCA no hubiera opiniones sobre el tema (alguna organización local manifestó las suyas) o que la Dirección careciese de posición política. Precisamente por tenerla, aprobada por su Comité Central, y consistir en la necesidad de rellenar una brecha cada día más incomprensible  y superar la anómala exclusión de que hace años fue objeto, el Partido optó por no implicarse, como tal, públicamente, en las tensiones surgidas dentro de una IUA donde todavía, salvo escasas excepciones, no estamos presentes. Ese comedimiento deliberado nos llevó a no decir ni una palabra sobre el método para incluir nombres en la candidatura europea, sobre las vicisitudes que afectaron al anterior Portavoz en el Parlamento asturiano, o sobre la polémica acerca de las primarias y sus modalidades. Ni siquiera sobre la necesidad de normalizar las relaciones con el PCA, para lo que ya va siendo hora.

Pero las últimas alusiones en prensa del Coordinador General de IUA, y también de algún coordinador local, al Partido Comunista, hacen que ahora sí toque decir algunas cosas para que la mesura no se convierta en autismo.

Por lo demás, los resultados de las elecciones europeas y la maniobra del Poder para perpetuar con una apresurada abdicación, el régimen político bajo el que se cobija, han desencadenado una algarabía de voces polémicas, no exentas en algún caso del nerviosismo propio de aquéllos que temen perder el tren.

En ese orden de cosas, es verdad que se imponen las reflexiones, pero a sabiendas de que las hechas ahora tienen mucho de mera conjetura. Hace falta una reflexión, pero sin prisas, alejada del espectáculo y fuera de las “modas” impulsadas desde unos medios de comunicación que nos son ajenos. No obstante, sí parece indiscutible una erosión severa del bipartidismo “transicionero” y la eclosión plural de la contestación popular contra lo establecido, que hasta hace bien poco parecía dormitar entre la indiferencia y la impotencia. Ya veremos (y algo dependerá de nosotros) si sólo es una primavera o es el arranque para un cambio histórico de ciclo. Lo que también parece incontestable es que la abdicación depara una oportunidad inesperada para situar en primer plano la cuestión constituyente, sacándola de los papeles y de los círculos políticos de la izquierda, para convertirla en carne de la sociedad y de sus movimientos.

Desde el PCA ya teníamos muy clara la necesidad, a partir de las luchas contra la embestida antisocial del neoliberalismo, de construir un Bloque Social Alternativo, capaz de extenderse ampliamente, dando cabida a la mayoría de la sociedad en torno a unas ideas hegemónicas de transformación, para enfrentar con éxito al bloque de poder hoy dominante. Pero la persistencia de la crisis y los últimos acontecimientos políticos realzan la actualidad y la urgencia de este planteamiento unitario, que forma parte, por lo demás, del propio ADN de un partido que siempre tuvo vocación de unidad.

Esa propuesta unitaria no tiene hoy límites “a priori”, más allá de los que pueda perfilar un programa radicalmente democrático, basado en los intereses de la inmensa mayoría y, por tanto, con contenido anticapitalista. Por consiguiente, su extensión no se contrae a los límites que puedan sugerir precipitadamente los resultados coyunturales de las elecciones europeas. Va más lejos. Pero empieza más cerca. De forma natural, para el PCA empieza por Izquierda Unida. El propósito del PCA, en ese sentido, es diáfano y sin recovecos. Por de pronto, se trata de estar. No alberga maquiavélicas miras de alterar nada. No hay pretensiones de “puestos” ni internos ni externos. No hay tampoco proyectos de preferencia o acuerdo previo con tal o cual tendencia de las varias que hoy protagonizan la efervescencia en IUA.

Se trata, primero, de llegar, sin obligar a nadie, pero también con dignidad, sin sufrir exclusiones que no tendrían sentido, y, llegados, se trata de ofrecer desde IUA, sin dejar de ser PCA, la imbricación, el trabajo y el carácter referencial de muchos de nuestros militantes y cuadros, reconocidos en el tejido social y en los frentes de masas donde actúan. Lo que, sin duda alguna, supondrá un salto cualitativo para la presencia entre los movimientos de una IUA, hasta ahora más ocupada en el plano institucional.

Y, desde luego, el PCA, igualmente sin duda, cumplirá, a través de la participación democrática de sus militantes en IU, la tarea de trasladar a ésta las propuestas comunistas: posición anticapitalista para una salida social de la crisis, ruptura democrática con el régimen y, en general, construcción de una alternativa de gobierno, de Estado y de sociedad con la aportación de contenidos programáticos avanzados y de propuestas en política de alianzas que, en nuestro caso, son bien conocidas. En lo interno, también es conocido nuestro punto de vista: Refundación y apertura de IUA hacia su conversión en un auténtico movimiento político y social, lejos de su actual naturaleza, en la práctica, de partido político. Con respecto a sus mecanismos internos de funcionamiento, el PCA está preparado para participar en el debate, sin prejuicios ni apriorismos, pero también sin dejarse arrastrar por los tópicos ni ceder a las pulsiones de la coyuntura. Cualquier iniciativa para democratizar las fuerzas políticas y los procesos de participación de la ciudadanía en los asuntos públicos y en la propuesta de candidatos a las instituciones es, de entrada, saludable. Pero habrá que atinar bien, con la participación de todos, para no dejarse llevar sin más, acríticamente, ni por la apariencia atractiva de experimentos innovadores ni por la inercia de lo consabido.

Tales son, a mi entender, los propósitos del PCA con respecto a IUA y, en general, con respecto a cuantos ámbitos sociales y políticos de rebeldía y de ansias de transformación social se manifiestan en Asturias, incluido también el movimiento obrero. No se justifica ningún sectarismo anticomunista ni antipartido y menos en una comunidad orgullosa de su historia, que tanto sabe del esfuerzo y del sacrificio de los comunistas en la lucha por la libertad y en defensa de los trabajadores.

Digamos, finalmente, que, después de un prolongado silencio sobre estas cuestiones, cada vez más candentes, no me parece descaminado reiterar a IUA nuestra propuesta de diálogo y trasladar para conocimiento público estas reflexiones como Secretario General del PCA. Un partido que hoy debate, plural y apasionadamente, en vísperas de su X Congreso y que, nadie lo dude, continuará cohesionado y unido el día después, como lo ha estado los años precedentes. Una formación que también sigue con sus puertas abiertas a hombres y mujeres, jóvenes o mayores, nuevos activistas o antiguos militantes, que, sintiéndose comunistas y aceptando la política del Partido, quieran unir su huella a la ilusionante andadura que se abre ante nosotros.

 

Francisco de Asís Fernández

Secretario General del PCA