Contra el golpismo “legalizado”: no al impeachment en Brasil
Un presente y futuro inciertos y llenos de amenazas se ciernen sobre América Latina. Los grandes procesos de cambio, transformación sociopolítica y reorganización de la soberanía nacional iniciados a comienzos del nuevo milenio en la región, frente a las injerencias del capital financiero internacional, y más concretamente del norteamericano, parecen encontrarse en enormes dificultades.
Una nueva ofensiva, no sin precedentes en épocas anteriores, va cogiendo cuerpo y, sobre todo, empieza a dar sus frutos, como están evidenciando los acontecimientos que se van sucediendo en el mal llamado “patio trasero” de los Estados Unidos, denominado así desde que aquella vieja doctrina de “Monroe”, se puso en marcha allá por el siglo XIX. Se podría tomar como referencia cronológica la muerte del Comandante Hugo Chávez -que, dicho sea de paso, está por demostrar si ha sido por causas naturales o han tenido algo que ver los servicios de inteligencia de los vecinos del norte-, para empezar a hablar de un retroceso muy preocupante de la hegemonía política de las fuerzas progresistas en algunos países como: Venezuela, Bolivia, Argentina, Brasil, Honduras, Uruguay, Paraguay, etc, sin pretender tampoco meterlos a todos en el mismo saco, debido a las diferencias económicas, sociales, medioambientales, culturales y políticas existentes entre todos ellos.
Nuevas formas de sabotaje y extorsión, pero con viejos objetivos de rapiña y expolio se suceden a lo largo y ancho del continente, financiadas y orquestadas, como no podía ser de otra manera, desde Washington. Lo que antes se solucionaba por la vía de los golpes militares, dictaduras, asesinatos, desapariciones en masa, operaciones Cóndor diseñados “ad hoc” desde los sótanos más oscuros de Langley (sede de la CIA en Virginia), ahora se pretende accionar y legitimar desde una supuesta “legalidad democrática”; como dice el refrán: “para muestra, un botón” y éste, se llama Brasil. Muy alejado de lo que nos quieren hacer creer, a través de sus mentiras, los entramados empresariales de comunicación, claves y estratégicos en la nueva ofensiva neoliberal, asistimos a una destitución lenta del poder alcanzado por las fuerzas progresistas encaminada a situar, de nuevo, la balanza del lado de las oligarquías y élites locales.
Estamos en presencia de un “impeachment”, supuestamente garantista y justificado por las virulentas acusaciones de corrupción imputadas al gobierno Roussef y de unas maniobras que, no esconden más que un juicio político sumarísimo al gobierno, una sanción a otra manera de hacer las cosas y una impugnación en toda regla hacia todos aquellos países, cuyos gobiernos, continúan representando los intereses de clase de la gran mayoría social trabajadora.
Sería un desastre ver como se desmoronan sin oposición real y, sobre todo, sin solidaridad externa, todos aquellos referentes de la izquierda que se han ido constituyendo a lo largo de todos estos años y que, sin duda, y a la vista de los resultados está, han mejorado las condiciones de vida de sus gentes. No se puede mirar hacia otro lado, lo que pasa allí tiene sus implicaciones aquí, porque, nos guste o no, formamos parte de una basta cadena imperialista que tiene sus jerarquías y contra la que estamos obligados a luchar, sin descanso, para romperla. Esto implica, por un lado, no permanecer indiferentes ante lo que ocurre a nuestro alrededor por muy lejano que parezca y volver a situar el internacionalismo revolucionario como una prioridad política, y por otro, diseñar una nueva estrategia que nos permita encauzar, con mayor virtud, la solidaridad con todos aquellos pueblos que luchan abnegadamente por salir de las tinieblas del capitalismo. De nosotros depende desmontar todas esas mentiras que se utilizan contra aquellos movimientos y países que, a pesar de las diferencias que puedan existir, se encaminan a construir modelos sociales y políticos muy semejantes a los que llevamos persiguiendo durante mucho tiempo. Aprendamos de la solidaridad activa puesta en marcha por Cuba y otros países, nos va la vida en ello.
Como gritaban estos días por las calles de Brasilia: ¡No va a haber golpe, va a haber lucha!
José Enrique Fernández González
Secretario de Comunicación del Partido Comunista de Asturias