Austeridad sin derechos

Austeridad sin derechos

El ambiente se nota espeso

como pegajoso aceite etéreo

que se adhiere a la piel

con ventosa de pulpo.

Las viviendas abandonan las casas

para trocarse en nichos

sin luz, color, ni calor.

¡Sin vida!

Las sonrisas alejadas de las plazas.

Tristemente fingidas, sentadas

en las aceras, con el brazo extendido,

la mano abierta y la palma

en alcancía.

El  “Carpantismo” se instala

en nuestro diario vivir:

El trabajo se transforma en lotería.

La alimentación en limosna.

Los derechos sociales en utopía.

La puerta de mi casa

estará siempre abierta,

dispuesta a recibir aires frescos

de nuevas mañanas.

 

Andrés Huerta Suárez